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Don Fernando, si señor...

Este año se cumple el décimo aniversario del fallecimiento de un escritor que, por su trayectoria, dejó una impronta y una huella imborrables y permanentes. Se trata de Fernando Fernán Gómez (Lima 1921 - Madrid 2007). Ya desde el momento de su nacimiento, su vida empezó con una anécdota como fue que en su partida de nacimiento figura que nació en Buenos Aires, aunque hay que decir que, por entonces, su madre la actriz de teatro Carola Fernán Gómez se encontraba de gira por Sudamérica, siendo que, con mucha probabilidad naciera en Lima (Perú) aunque el registro de su nacimiento se hiciera días más tarde, ya en Buenos Aires.

Estudió en Madrid la carrera de filosofía y letras, aunque su vocación le llevó a ser actor de teatro, trabajando en obras como Los ladrones somos gente honrada de Enrique Jardiel Poncela. A partir de los años cuarenta comienza a dedicarse al cine, primero como actor y más tarde como director. También comienza un importante producción como escritor, como autor teatral, guionista y colaborador en periódicos nacionales como El País o Diario 16. Fue entonces cuando escribe las obras teatrales Pareja para la eternidad (1947) y Marido y medio (1950).

En 1.961 publica su primera novela titulada El vendedor de naranjas. Sin embargo, será a partir de los años ochenta cuando comienza a dedicarse a la escritura con mayor intensidad. Efectivamente, en 1.984 publica la genial obra teatral Las bicicletas son para el verano, a la que le siguen, entre otros textos de teatro igualmente impresionantes, La coartada. Los domingos bacanal (1985), Del Rey Ordás y su infamia que había sido estrenada en 1.983, Ojos de bosque (1986), Los invasores de palacio (2000) y Morir cuerdo y vivir loco (2004).

Entre sus obras novela se encuentran El viaje a ninguna parte (1985), El mal amor (1987), El mar y el tiempo (1988), El ascensor de los borrachos (1993), La Puerta del Sol (1995), ¡Stop! novela de amor (1997), La cruz y el lirio dorado (1998), Oro y hambre (1999), Capa y espada (2001) y El tiempo de los trenes (2004).

Es de destacar la publicación, en 1.990, de su autobiografía titulada El tiempo amarillo que fue ampliada en 1.998. También es autor de ensayos, poesía, relatos cortos y guiones de cine.

Desde el 30 de enero de 2.000 ocupó el sillón B de la Real Academia Española, tras su elección en 1.998. Recibió importantes galardones y distinciones como el Premio Nacional de Teatro en 1.985, el Premio Nacional de Cinematografía en 1.989 o el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1.995. Igualmente, destaca que, a título póstumo, se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.

Por todo ello, por ser como fue, por su ingenio inigualable y por ser un creador de gran carácter, nunca podremos olvidarle. Por y para siempre.


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