Julio Verne, un aventurero incansable
Si hay un escritor que ha narrado las mayores aventuras como ningún otro, hemos de reconocer que éste ha sido Julio Verne (Nantes 1828 - Amiens 1905). Es un escritor tan extraordinario que su recuerdo y memoria es intemporal.
Nació en el seno de una familia burguesa y aunque, en un primer momento, se orientó al estudio del Derecho, pronto descubrió, afortunadamente, su vena literaria a la que dedicó su vida. Ello le llevó a un enfrentamiento con su padre, en un conflicto que duró toda su existencia. Su vida fue convulsa, contrayendo un matrimonio de conveniencia que nunca le trajo felicidad ni estabilidad emocional lo que cultivó su misoginia y tuvo diversos trabajos como de docente, secretario o agente de bolsa. También viajó, continuamente, por varios países de europa.
La característica más importante de la literatura de Julio Verne fue la de sus relatos fantásticos siendo precursor de la novela de ciencia ficción y, con toda curiosidad, prediciendo algunos de los mayores inventos del siglo XX. Sus inicios, como escritor, no fueron fáciles, publicando algunas obras menores como Las pajas rotas (1850), Martín Paz (1851) o Un drama en Mexico (1851). Sin embargo, en 1.863 se produce un hecho importante, conocer al editor Hetzel, quien publicó en ese año la obra que le lanzaría a la fama y que fué Cinco semanas en Globo. Todo ello contribuyó a que Julio Verne se dedicara, con toda su energía, a escribir, elaborando otras dos grandes obras que fueron Viaje al centro de la Tierra (1864) y De la Tierra a la Luna (1865) y cuyo gran éxito de ésta última le llevó a escribir una segunda parte titulada Alrededor de la Luna (1870). Todas estas obras forman parte de lo que se tituló Viajes extraordinarios, que se extendió a lo largo de cuarenta años.
Julio Verne ya había publicado, en este tiempo, otra obras memorables como Los hijos del Capitán Grant (1867) o Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) con el inolvidable capitán Nemo y su Nautilus. En 1.874 publica La isla misteriosa que relata la supervivencia de varias personas que llegan a una isla desierta con la sabiduría y habilidades de Cyrus Smith, y que supone el cierre de la trilogía que forma, precisamente, con Los hijos del Capitán Grant y Veinte mil leguas de viaje submarino.
Si hay una obra que ha hecho intemporal a Julio Verne, aunque todas sus obras le han consagrado, ha sido La vuelta al mundo en 80 días (1873), donde aparecen unos personajes que han transcendido a la propia obra como son Phileas Fogg y su fiel criado Passepartout, en una historia repleta de acción y humor a raudales.
Posteriormente, publica la inolvidable Miguel Strogoff (1876) que relata la historia del correo del Zar que ha de llevar un mensaje a la peligrosa ciudad de Irkutsk, narrada de una forma impresionante y llena de emoción, surmergida en el ambiente bávaro que la envuelve. También en el recuerdo permanece Un capitán de quince años (1878), donde un joven llamado Dick Sand, debe hacerse cargo de tripular un barco que dirije a San Francisco, y en el que la tripulación ha perecido tras enfrentarse a un ballena.
Lo cierto es que Julio Verne, tiene muchas más obras, todas ellas fantásticas y cuya enumeración sería muy larga, ya que merece todo reconocimiento. Todas ellas elaboradas con un estilo muy cercano, absolutamente descriptivo, tratando con extraordinario cariño a sus personajes, lo que percibimos nada más iniciar la lectura de sus libros. No podemos discutir que tuvo una gran imaginación y una capacidad impresionante para anticipar algunos de los hechos que han dominado el siglo XX como los submarinos, los inicios de los helicópteros o el viaje a la Luna. Fue un viajero incansable que le hizo imbuirse de todo tipo de tradiciones que le le generó su deseo de descubrir y describir otros mundos.
Es cierto que los avatares de la propia vida de Julio Verne marcaron profundamente su existencia, como fue su infeliz matrimonio, su conflictiva relación con su padre, la mala relación con su hijo o, incluso, los sucesos en Francia con la guerra franco-prusiana o el imperialismo, y eso lle llevó a que, en sus últimos años, elaborara obras más sombrias como El eterno Adán (1910) o La extraordinaria aventura de la misión de Barsac (1920), ambas publicadas postumamente.
En definitiva, mucha y muy grande y prolífica es la obra de Julio Verne, y la lectura de cualquiera de sus libros supone vivir una aventura inolvidable y que nos dejan marcados en nuestra memoria su estilo y, por ello, y si nunca queremos dejar de querer pasarlo bien, para ello, dediquemos un tiempo a leer estas maravillosas historias que, con seguridad, no dejarán de sorprendernos.